sábado, 25 de junio de 2011

Todo tiene efectos secundarios.



La verdad es que no importa si te has muerto una o dos veces, o ninguna. Siempre estás empezando de nuevo. En el fondo, no hay nada qué hacer: siempre tendrás 18 porque eres joven sólo una vez, pero inmaduro para siempre. No hay instrucciones para cumplir 30, pero si las hubiera serían éstas: has una lista de todo lo que no te gusta de ti y luego tírala. Eres el que eres, y después de todo no es tan malo como te imaginas un domingo de cruda. Tira el equipaje de sobra, el viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante, y además jode la espalda. No sigas modas: en 10 años te vas a morir de vergüenza de haberte puesto eso de todas maneras. Besa a tantas como puedas, deja que te rompan el corazón, enamórate, date en la madre y vuelve a levantarte. Quizás hay un amor verdadero, quizás no, pero mientras lo encuentras, lo bailado quién te lo quita. Come frutas y verduras, vete acostumbrando a que no vas a poder comer garnachas toda la vida; equivócate, cambia, intenta, falla, reinvéntate. Manda todo al carajo y empieza de nuevo cada vez que sea necesario. De veras, no pasa nada, sobre todo si no haces nada. Prueba otros sabores de helado, otras cervezas, otras pastas de dientes. Arranca el coche un día y no pares hasta que se acabe la gasolina. Empieza un grupo de rock, ¿por qué no? Toma clases de baile, aprende italiano, invéntate otro nombre, usa una bicicleta, perdona, olvida, deja ir, decide quién es imprescindible. Mientras más grande eres más difícil es hacer amigos de verdad y más necesitas quién sepa quién eres sin que tengas que explicárselo: ésos son los amigos, cuídalos y mantenlos cerca. Aprende que no vas a aprender nada, pero no hay examen final en esta escuela, ni calificaciones ni graduación ni reunión de exalumnos, gracias a Dios. ¡Felices 30, viejo! Bienvenido al resto de tu vida.



                     E F E C T O S   S E C U N D A R I O S!

No hay comentarios:

Publicar un comentario